Soplo una bendición,
que alivia a tu corazón.
Y también al mío.
Como una estrella,
que está más allá de las sombras
que hoy pueblan
lo que fue nuestro edén.
Será el faro,
que tal vez use
un hierofante
o un paje de copas,
en otro tiempo y lugar,
para que nos miremos
con una sonrisa.
Hoy,
esa estrella
me consuela,
diciéndome que esa sonrisa,
aunque todavía
no exista,
incluso desde otro tiempo y lugar,
nos reconcilia,
abrigando nuestros corazones.
sábado, 19 de septiembre de 2009
La estrella
Dicen que todos lo intentan,
dicen que pocos pueden.
No importa.
Ni siquiera importa
que no hayamos podido.
Ni siquiera importa
la venda que nunca usaste,
las heridas
que nunca limpiaste.
Lo único que importa
es que en algún momento
aquella luz
que te hacía cosquillas
y que me daba calor
existió.
Que aún existe,
aunque hoy seamos
la sombra del otro.
Esa luz,
cobijada y protegida,
sin máscaras de héroes y villanos,
se ha transfomado;
y sigue cálida,
divertida
y tierna.
No sé dónde está,
tampoco su destino.
Sólo sé que hoy muestra caminos,
libres y claros,
con el color de los sueños,
de cada uno,
esos que alguna vez
tuvimos juntos.
dicen que pocos pueden.
No importa.
Ni siquiera importa
que no hayamos podido.
Ni siquiera importa
la venda que nunca usaste,
las heridas
que nunca limpiaste.
Lo único que importa
es que en algún momento
aquella luz
que te hacía cosquillas
y que me daba calor
existió.
Que aún existe,
aunque hoy seamos
la sombra del otro.
Esa luz,
cobijada y protegida,
sin máscaras de héroes y villanos,
se ha transfomado;
y sigue cálida,
divertida
y tierna.
No sé dónde está,
tampoco su destino.
Sólo sé que hoy muestra caminos,
libres y claros,
con el color de los sueños,
de cada uno,
esos que alguna vez
tuvimos juntos.
martes, 15 de septiembre de 2009
Siembra
Hay tanto que quiero decir,
de estos sueños,
de piel y aroma,
de fiesta y siesta,
de música
y ganas,
y latidos.
Sueños
que siempre canto,
esperando
su manifestación.
Sueños que, a veces,
se desmoronan
y que no me canso
de construir.
de estos sueños,
de piel y aroma,
de fiesta y siesta,
de música
y ganas,
y latidos.
Sueños
que siempre canto,
esperando
su manifestación.
Sueños que, a veces,
se desmoronan
y que no me canso
de construir.
martes, 1 de septiembre de 2009
Ruinas del Edén
Tu presencia insiste,
en puertas que abandonaste,
que yacen entre ruinas,
donde todavía apareces.
No pisemos el suelo
que resquebrajamos
con un sismo,
apenas hidratado
por la llovizna gris
de la congoja,
y las nubes pasajeras
del cambio gentil.
El suelo donde todavía están
nuestras huellas gemelas,
algo borrosas.
Pero tu presencia insiste,
y vuelve a pisar,
descuidando los brotes
que podrían convertir este espacio
en un nuevo Edén,
para los elementos y las estaciones,
para los hombres y las caricias de las estrellas.
¿Fui expulsado
de ese jardín
ya ni tuyo ni mío?
No creo
en tus máscaras
para el dolor,
que no protegen,
y sólo enturbian
el paisaje ruinoso.
Son caretas,
que muchas veces tuviste,
que supe resquebrajar,
y a las que ya no escucho,
porque no tienen color
ni voz.
Tan sólo reflejan
colores inventados,
los de un arco iris
de un prisma opaco,
que nunca dejó entrar la luz.
Un prisma
que se colorea a sí mismo
y no brilla.
El arco iris,
que intentamos recomponer
y compartir,
brilló
en el jardín que ya no es tuyo ni mío.
El terreno que abandonaste
a medio cultivar,
esperando que mi fuego
lo quemara.
Un territorio,
que ya no nos llama,
de carbón
y resquebrajamientos.
Que algún día
será un Edén
sin condiciones
para el Destino.
en puertas que abandonaste,
que yacen entre ruinas,
donde todavía apareces.
No pisemos el suelo
que resquebrajamos
con un sismo,
apenas hidratado
por la llovizna gris
de la congoja,
y las nubes pasajeras
del cambio gentil.
El suelo donde todavía están
nuestras huellas gemelas,
algo borrosas.
Pero tu presencia insiste,
y vuelve a pisar,
descuidando los brotes
que podrían convertir este espacio
en un nuevo Edén,
para los elementos y las estaciones,
para los hombres y las caricias de las estrellas.
¿Fui expulsado
de ese jardín
ya ni tuyo ni mío?
No creo
en tus máscaras
para el dolor,
que no protegen,
y sólo enturbian
el paisaje ruinoso.
Son caretas,
que muchas veces tuviste,
que supe resquebrajar,
y a las que ya no escucho,
porque no tienen color
ni voz.
Tan sólo reflejan
colores inventados,
los de un arco iris
de un prisma opaco,
que nunca dejó entrar la luz.
Un prisma
que se colorea a sí mismo
y no brilla.
El arco iris,
que intentamos recomponer
y compartir,
brilló
en el jardín que ya no es tuyo ni mío.
El terreno que abandonaste
a medio cultivar,
esperando que mi fuego
lo quemara.
Un territorio,
que ya no nos llama,
de carbón
y resquebrajamientos.
Que algún día
será un Edén
sin condiciones
para el Destino.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)