Te agradezco,
y abro mis manos,
te guiño un ojo
y te reís
como a mí me gusta.
Ahí está,
entre los dos,
el color que creamos.
Que guardará
nuestra historia,
que brilla,
y es dulce.
Soplo una bendición,
que alivia a tu corazón.
Y también al mío.
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