me arrastra,
me ahoga,
hacia una jaula de espejos,
o espejismos,
que me ciegan.
Sin puertas.
La sombra es muerte,
grita el coro del entendimiento,
la muerte es muerte,
dicen los hados certeros,
y la turba de lo perdido y el vacío
me atrapa, me pisa,
me arrastra a su centro
donde dos pinzas de carne
se entrelazan a mi cuello
y me apago.
Y pago.
La sangre perdida es sangre debida.
El hálito robado es música
arrancada al suelo fértil.
Una semilla,
que crece.
Espiral verde
que sube,
se eleva y canta al sol.
Hierba buena siempre vive.
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